El
Real Alcázar
sevillano fue un asentamiento romano que en la época visigoda pasó a ser
la basílica paleocristiana de San Vicente Mártir, donde fue enterrado
San Isidoro. Los árabes lo utilizaron como residencia de sus jefes desde
la conquista de Sevilla en el año 713 y es la fortificación que,
posteriormente, en 884, evita la invasión vikinga de la ciudad. El
Alcázar de Sevilla fue construido entre los años 913-914 por el primer
califa andalusí, Abd al-Rahman III. Durante los siguientes siglos, le
fueron añadidos diferentes palacios y jardines por los soberanos
musulmanes. Con la Reconquista de Sevilla por Fernando III en 1248, se
construyen más palacios, de los que sólo quedan las murallas y algunos
otros restos.
En el siglo XIII, Alfonso X construye el
Palacio Gótico y en el XIV, Pedro I, el
Palacio Mudéjar.
Más adelante, con Carlos I se construiría en estilo renacentista.
Los jardines del Alcázar es un lugar donde fácilmente puedes pasar horas
paseando. Siempre está verde y resplandeciente.
El
jardín está dividido en varias zonas, dedicadas cada una a una región, a
un clima y a una funcionalidad distinta. Hay una zona de naranjos, una
zona de enormes árboles que dan sombra casi todo el día, una zona con
rosales y jardineras llenas de plantas más pequeñas, una zona con agua
corriendo, fuentes y hasta un estanque al que cae el agua desde unos
cuatro metros produciendo un sonido que te acompaña durante la visita.
Junto a todo este verdor no dejan de acompañar los mosaicos tan típicos
del mundo árabe. Sobre jardineras, en paredes, cenefas y baldosas forman
un conjunto de colores y formas que se integran de una manera fabulosa
en el jardín.
Se le puede considerar como la residencia Real utilizada de forma
continuada más antigua del mundo. En la actualidad, sigue siendo la
residencia oficial de los Reyes de España, o de otros Jefes de Estado,
durante sus visitas a la capital hispalense.
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